jueves, 7 de enero de 2010

HISTORIA - EL EMBRIÓN DE BONAVISTA

Empezemos con un poco de nuestra historia, que esto para los más jovenes les puede llegar a ser muy interesante.


El emplazamiento de la partida de Bonavista, perteneciente por entonces al término municipal de La Canonja, empieza a barajarse en las mentes de los especuladores del suelo como el lugar idóneo para el asentamiento de un fuerte contingente de mano de obra asalariada procedente de la inmigración, muy próximo al incipiente Polígono Industrial Municipal (Entrevías), hacia finales de la década de los 50. A esta situación estratégica, hay que añadir el inconveniente que supusieron las fuertes heladas de febrero de 1956, que bajaron la cotización de unos terrenos ya de por sí escasamente productivos.



Tan prometedor se presenta el panorama, que el Ayuntamiento de La Canonja, a principios de 1960, aprueba el Plan Parcial de Ordenación Urbana del barrio de Bonavista, presentado por uno de sus principales promotores, Adolfo Bertrán, personaje omnipresente en este tipo de proyectos en la época. Sin más trámites que éstos, La Canonja inicia una etapa de concesión indiscriminada de licencias de construcción, contabilizándose a finales de 1960 un total de 26 viviendas construidas, con una población de 134 habitantes. Los poderes públicos no tuvieron en cuenta para nada la planificación de infraestructura urbanística del barrio.


Así fue como surgió el embrión del barrio de Bonavista. Su crecimiento durante los tres primeros años fue progresivo, pero no desorbitado. Hacia finales de 1962 se habían construido ya 96 viviendas. Una buena parte de los primeros pobladores, como atestigua el padrón Municipal de La Canonja de 1961, estaba residiendo en la ciudad de Tarragona, en Torreforta o en las chabolas del Francolí, Entrevías y Parcelas Tuset, aunque la mayoría procedía del sur.


En 1963, Adolfo Bertrán, como mandatario verbal y en representación autorizada de los demás propietarios de tierras y parcelas de la barriada de Bonavista, presenta una propuesta de parcelación al Ayuntamiento de La Canonja. En ella, se ratifica la oferta gratuita de los terrenos viales hecha con anterioridad y se propone a cambio el dispensar al Ayuntamiento de atender a los servicios correspondientes de agua, luz, etc., para que sean realizados a medida que las construcciones levantadas hagan imprescindible la necesidad de ser atendidos. El Ayuntamiento de La Canonja acuerda, por unanimidad, no autorizar este proyecto particular de urbanización, porque no reúne los requisitos que determina la Ley sobre Régimen del Suelo y Ordenación Urbana, aunque lo acepta como anteproyecto con efectos administrativos internos preparatorios para la redacción del correspondiente proyecto definitivo. A nivel práctico, esta decisión se traduce en un continuismo de la política municipal: No tener en cuenta para nada el equipamiento de los servicios mínimos, como el agua potable, el alumbrado público y el alcantarillado.


A mediados de 1964 empiezan las obras del gigantesco complejo petroquímico que comprenderá las plantas de IQA y de Dow Unquinesa. Como consecuencia de ello, se produce un fuerte incremento del número de inmigrados del campo andaluz y extremeño, que al tener parientes o conocidos en el barrio acuden a instalarse en él. Al dispararse la demanda de solares para la autoconstrucción de viviendas unifamiliares, aumenta considerablemente la especulación del suelo. A finales de este año, el censo de Bonavista se acerca a los 2.000 habitantes, de los que una buena parte es población infantil: hay unos 900 niños menores de 14 años. El «Diario Español», además de dar escasa cuenta de un fenómeno sociológico tan injusto (como es la aparición de un nuevo barrio sin planificación alguna, ni ayudas, ni subvenciones) falsea la realidad minimizando su magnitud demográfica, cuando escribe: «más de trescientas personas viven allí», el 7 de agosto de 1964.


Ante la progresiva adquisición de terrenos del término municipal de La Canonja para la instalación de empresas en el Polígono Industrial de Tarragona, va cobrando cuerpo el proyecto de fusión de los dos municipios. A mediados de 1964, el Consejo de Ministros aprueba la anexión del municipio de La Canonja al de Tarragona. En el Memorándum donde se recogen las condiciones favorables que exige La Canonja para acceder a dicha anexión, se estipula que: «La Barriada de Buenavista, que se halla separada del núcleo urbano de La Canonja y sus edificaciones lindantes con el término municipal de Tarragona, serán incluidas en el proyectado polígono residencial «Campo Claro» de Tarragona». La incertidumbre volvía a cernirse sobre el futuro del barrio de Bonavista. Como el tiempo se encargaría de demostrar, el aludido polígono «Campo Claro», del que se venía hablando con triunfalismo desde principios de la década y que ahora se presentaba como panacea para los problemas innumerables de Bonavista, no se empezó a construir hasta catorce años después.



EXTRAIDO DE LA WEB - http://www.bonavistanet.com/

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