domingo, 31 de enero de 2010

HISTORIA - LA DÉCADA DE LOS 70

Al iniciarse esta década, en 1970, la población de Bonavista ha superado largamente los 5.900 habitantes. El ritmo de llegada de inmigrantes se sigue manteniendo alto ante la gran demanda de mano de obra que absorbe el sector de la construcción de nuevo, en pleno auge, gracias a la ampliación y creación de nuevas plantas petroquímicas. Pero esta corriente migratoria se ve superada por otro fenómeno de mayor envergadura: el traslado de familias barraquistas de los márgenes del Río Francolí a los barrios periféricos de la zona oeste de Tarragona. Se calcula que más de la mitad de los afectados por la catástrofe de las inundaciones de octubre del Francolí optaron por trasladarse a los barrios de Bonavista y Torreforta.


En agosto de 1971 el Gobernador Civil y el Arzobispo inauguran la red de alcantarillado, el abastecimiento de aguas y el alumbrado público. Para resaltar el acto el Ayuntamiento había aprobado poco antes el asfaltado de varias calles (6, 7, 8, 9 y 21, parcialmente), que correspondía a la primera fase de pavimentación; la segunda, la auténtica y duradera, no se realizaría hasta ocho años más tarde. Por otro lado, el sector suroeste del barrio (calles 1 y 2) quedó desprovisto del más mínimo servicio público.



El censo oficial de habitantes de Tarragona en 1972 era de 84.791 habitantes; Bonavista había alcanzado los 6.554 e iba en aumento. El Instituto Nacional de. Previsión nombra un médico para el barrio, que se instala a vivir allí. Poco tiempo después, el servicio se ampliará con dos nuevos médicos, aunque seguirán siendo insuficientes dado el crecimiento de la población.


El año en que se empieza a construir la Refinería llegan a Tarragona más de tres mil inmigrantes. Esta segunda gran oleada inmigratoria, que alcanzará hasta 1977, va a superpoblar todavía más los barrios periféricos como Bonavista. Y a pesar de ello, este año, 1973, se caracteriza por la nula inversión pública para resolver la deficitaria infraestructura urbanística. Las páginas del «Diario Español» de Tarragona servirán una vez más para hacer apología de esa, en realidad, inexistente política de atención a los barrios por parte del Ayuntamiento, que ahora se dispone a crear la Tenencia de Alcaldía de Periferia. El problema de la escolarización no se soluciona a pesar de que se crea el Colegio Nacional «Rión Marsal» en La Canonja.


El último domingo de marzo de 1974 se inició una movilización popular espectacular en Bonavista. Ante una subida excesiva del precio del billete del autobús, sin introducir a cambio ninguna mejora en el servicio, la mayoría de los vecinos boicoteó los autobuses durante una semana y media, tiempo en el que permanecieron en el barrio varias Compañías Especiales de la Policía Armada, desplazadas desde Tortosa y La Rioja. La huelga de los autobuses fue dirigida por las organizaciones políticas clandestinas, y por la Asociación de Vecinos. Uno de sus organizadores la resume así: «Lo de los autobuses fue una huelga grande. Se vio la posibilidad de hacerla y se hizo con todas las de la, ley. Se consiguió una rebaja en el precio del billete y la introducción de bonos para varios viajes, lo cual se puede considerar un logro social para aquella época. Pero más que nada, yo creo que la huelga fue con fines de echarle un pulso a las autoridades, de que había un movimiento social a contar con él (...)» De forma paralela se produjeron otros boicots a los autobuses en el resto de Cataluña, aunque de carácter mucho más parcial, entre los que destacaron el de Sabadell y el de Tarrasa. El resto del año estuvo marcado por la continua movilización de los vecinos en favor de mejoras para el barrio. Al final, el Ayuntamiento elaboró un proyecto de construcción de un edificio con servicios múltiples (escuelas, guardería, dispensario, correos, teléfonos...) que nunca se llevó a cabo, a pesar de que Bonavista había sobrepasado la cifra de ocho mil habitantes.


En 1975, aunque se acaban de instalar unas aulas prefabricadas en la parte alta del barrio, llamadas popularmente «barracones», siguen habilitándose locales en los bajos puesto que no se absorbe a todo el censo escolar. Mientras tanto, el Centro Social prosigue su labor organizando ahora cursos de promoción profesional para la mujer.


Al producirse la apertura política en 1976 y con el inicio de la transición democrática en España, algunos de los problemas urbanísticos de Bonavista llegan a la prensa de Tarragona con mayor asiduidad. Ahí está la fuerte polémica que surge en el mes de marzo en torno a la subvención del Ayuntamiento al Club Gimnástico, céntrico y privado, en detrimento de inversiones -en los barrios periféricos. En este año se decide la instalación del Ambulatorio en La Canonja, que no se pone en funcionamiento hasta el año siguiente. Esta arbitraria decisión del Instituto Nacional de Previsión frustra los deseos de los vecinos de Bonavista, que habían venido luchando desde hacía seis años por él desde la Asociación. Como ocurriera con anterioridad en el caso -del Colegio Nacional «Rión Marsal», surge de nuevo el agravio comparativo con la población vecina de la Canonja que parece contar siempre con los favores de las autoridades oficiales, aún siendo su demografía mucho menor. Las manifestaciones que se hicieron frente al Ayuntamiento y las sentadas en la Rambla fueron en vano. Incluso durante las Navidades se cantó mucho un curioso villancico satírico que hablaba de estas cuestiones sanitarias. La Guardería Infantil, a cargo de la Caja de Ahorros Provincial, se puso en marcha durante este año. Por otro lado, la reivindicación de una nueva línea de autobuses (vía carretera de Reus) encontró un nuevo y poderoso argumento: la creación del vecino barrio de La Esperanza.


A finales del año 1977, el Ayuntamiento destina una partida de su Presupuesto Extraordinario a la pavimentación de las calles de Bonavista. Al principio se compromete a pagar el 50% de las obras, pero luego da marcha atrás amparándose en una ley de enero del mismo año por la que sólo se ve obligado a pagar un 10%. De todas formas el inicio de las obras todavía tardará en llegar un año, con la consiguiente inflación del presupuesto. Con el aplazamiento consecutivo de las elecciones municipales a nivel estatal por parte del gobierno central, la Federación de Asociaciones de Vecinos de Tarragona lanza la campaña en favor de la dimisión del consistorio, proponiendo una, gestora intermedia. La Asociación de Vecinos de Bonavista está en desacuerdo, argumentando que se les ha de hacer cumplir con los compromisos que tienen contraidos con los barrios. En el terreno de la educación tampoco hay una actuación decidida por parte de los responsables municipales y así se llega a una situación de desescolarización de doscientos niños de preescolar a finales de este año.


La población de Bonavista ha superado ya la cifra de 9.000 habitantes en 1978, siendo la del municipio de Tarragona de 109.969. El consejo de Ministros aprueba en febrero la construcción de un Colegio de EGB de 24 unidades y otro preescolar de 8, que empiezan a construirse a finales de año. En este año se instala también la primera cabina telefónica y se prevé la colocación de un semáforo en el cruce con la carretera de Valencia. Parece ser que el Ayuntamiento quiso, antes de abandonar sus puestos tras las elecciones municipales, contentar a los barrios periféricos lanzándose, con estertores de última hora, a asfaltar las calles de Bonavista y parte de las de Torreforta. Ese intento a toda costa de dejar la ciudad en buenas condiciones de urbanización tan solo se limitaba a ultimar proyectos ya aprobados por anteriores corporaciones. El empeño por enmendarla llegó a los extremos de que se publicó una extensa memoria, a modo de pliego de descargo, en la que se reflejaban todos los logros habidos desde que tomara la posesión de sus cargos municipales en 1974. Al tiempo, se aprovechaba para increpar a los sectores más populares de Tarragona por no haber sabido reconocer y agradecer esta labor. El cinismo, ya se sabe, puede llegar a veces a extremos insospechados.

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